viernes, 17 de enero de 2014

El primer amor de doña Inés

Don Juan Tenorio es un drama romántico perteneciente al literato José Zorrilla estrenado el 28 de marzo de 1844 en el Teatro de la Cruz de Madrid. Nació en la leyenda medieval hecha famosa por Tirso de Molina, El burlador de Sevilla, durante el Siglo de Oro.

Una vez presentada la obra de José Zorrilla, debo focalizar mi segunda entrada acerca de este drama romántico en el personaje de doña Inés. Doña Inés es inocente, pura y cree en el amor verdadero. Frente a ella, como ya sabemos, hay todo un seductor, trasgresor del orden social, entusiasta, burlador, escéptico, arrogante, libertino, pendenciero y ventajista, un galán capaz de encandilar a cualquier mujer según su antojo.

La joven,  envuelta en pureza y virginal, enclaustrada en vida en un convento, fue víctima de la labia de Don Juan, y a lo largo de la historia llega a decirle:

Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad por compasión,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal, sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.

Sus palabras muestran el miedo propio al primer amor, la caída de la muralla protectora de su castidad, que nunca antes nadie había derribado, el haber probado de la manzana prohibida como de un filtro infernal. Incluso, la cercanía de la muerte. Todo ello lo provoca don Juan a quien la dama pide compasión aunque no podemos saber si verdaderamente, en ese estado, querría distanciarse de él.



Doña Inés encarna una serie de valores universales, que el propio don Juan ansía, como son la generosidad, la vida y el amor en oposición a egoísmo, muerte y deseo de perdición.  Sin embargo, por culpa de un amor apasionado, turbulento y contrariado, doña Inés se encuentra de manera injusta con una temprana muerte. Podríamos afirmar, sin caer en el error, que fueron sus valores, su ingenuidad, su belleza y el misterio que el hábito escondía, lo que acercó a don Juan a doña Inés y viceversa.

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