jueves, 23 de enero de 2014

Paseo misterioso hacia el trasmundo


      Como sabemos El estudiante de Salamanca un poema narrativo del autor pacense José de Espronceda publicado en 1840. Gracias a la adición del personaje del donjuán, de la locura de doña Elvira, de la impresionante ronda espectral, de la visión del propio entierro y de la mujer representada como esqueleto, se configura un extraordinario poema de la noche, puesto que se sitúa en el intervalo temporal que hay desde la madrugada hasta el amanecer, y de la muerte. La muerte en relación con el amor pero, a mi entender, no puramente por amor como otras obras de la Literatura Universal. Es el amor en su concepción romántica, pasional, extremado y descomedido.

Las estrofas finales nos desvelan que don Félix de Montemar y su carácter arrogante, desafiante e irrespetuoso ante Dios no es únicamente una fachada exterior con el fin de  ocultar una imagen más cercana y sentimental, sino que se mantiene invariable, incluso, al presenciar su propio entierro.

Diga, señor enlutado,
¿a quién llevan a enterrar?
-Al estudiante endiablado
don Félix de Montemar»-,
respondió el encapuchado. .
-Mientes, truhán. -No por cierto.
-Pues decidme a mí quién soy,
si gustáis, porque no acierto
cómo a un mismo tiempo estoy
aquí vivo y allí muerto. .

La dama misteriosa y la persecución por las calles solitarias hacia el trasmundo envuelven estos versos. Cada paso que avanza detrás de ella le acerca más a la muerte, pero él se muestra inmutable hasta el final, no da su brazo a torcer, se cree por encima de Dios y del diablo.

-Cada paso que avanzáis.
lo adelantáis a la muerte,
don Félix. ¿Y no tembláis,
y el corazón no os advierte
que a la muerte camináis?
«Seguid, señora, y adelante vamos:
tanto mejor si sois el diablo mismo,
y Dios y el diablo y yo nos conozcamos,
y acábese por fin tanto embolismo.

En definitiva, pese a las innumerables lecturas que se pueden establecer acerca del sentido final de la obra, podemos deducir que el protagonista concluye su vida en las profundidades del Averno por su perversa y egoísta existencia.

El fantasma esqueleto de doña Elvira abraza intensamente a don Félix hasta que éste va perdiendo poco a poco la conciencia, la visión y, aturdido por el agobio de un grupo de esqueletos que danza alrededor de la pareja, acaba muriendo reclinando la cabeza en el hombro de ella. Lo último que oye es su suspiro. Momento en el que el alba ilumina la ciudad de Salamanca y sus habitantes despiertan para dirigirse cada uno a sus tareas. En estas primeras horas corre el rumor de que uno de sus vecinos más conocido había muerto de manera extraña esa noche.

¡Que era pública voz, que llanto arranca
del pecho pecador y empedernido,
que en forma de mujer y en una blanca
túnica misteriosa revestido, .
aquella noche el diablo a Salamanca
había en fin por Montemar venido!...
Y si, lector, dijerdes ser comento,
como me lo contaron, te lo cuento.

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