Podríamos reducir su trama en las
siguientes líneas… En un baile de máscaras, un poeta con la cara descubierta se
sienta junto a una joven enmascarada, a la cual él llamará serranilla o amable serrana.
Desde el comienzo, y sin conocerla, la piropea y la halaga, pero casi de
inmediato le insiste en que se quite la máscara para poder contemplar su
sublime belleza y hacerle versos. Ella se niega en rotundo alegando que bajo
aquel disfraz se escondía su fealdad. Entonces, el poeta, no creyéndoselo del
todo, le promete que, en el caso de que fuera así, no dejaría de adorarla por
otras dotes, como su conversación, su voz, su afabilidad y su gracia.
Finalmente, y entre risas, la muchacha se despoja de su máscara horrorizándolo
con su nariz, y el poeta, casi petrificado por aquella monstruosidad, se
despidió con un a los pies de usted,
y luego huye despavoridamente. Poco después, la joven se acerca a él y le
descubre que la nariz era falsa, en sí otra máscara, y, agarrada a un galante
personaje, se despide con un frío y cruel
beso a usted la mano.
Se trata de un cuento que, a pesar
de lo aparente, guarda mucho mensaje y mucha crítica si ahondásemos en él. No
obstante, si nos concentramos en lo amoroso, vemos a relucir una verdadera
burla dirigida a la figura del poeta y a sus necias e imprudentes palabrerías,
y todo ello se pone en tela de juicio hasta caer en lo risible. El poeta necesitaba contemplar la belleza
exterior desde el principio para alcanzar la inspiración, actitud que
juzgaríamos de superficial y engañosa, camuflada bajo cada una de sus continuas
adulaciones y falsas promesas. A pesar de que incluso le perdona su fealdad y alaba otras cualidades, su terror ante aquella
deformidad nariguda, a la hora de la verdad, denuncia su hipocresía y su
artificio. Se da propiamente un juego de máscaras donde resulta interesante
descubrir quién desenmascaraba a quién, si él a ella o ella a él.
Todo girará en torno a un marco tradicional
de amor cortés, y a lo largo del relato se evitará romper el hilo de su
discurso. Así, bajo la expresión a los
pies de usted, se esconde cierto respeto y cierta ironía, una falsa
postración por parte del poeta. Y en
otra instancia, la expresión beso la mano
de usted favorece en el desenlace de
la historieta un intercambio de papeles e incluso disimula una simpática y no
menos mordaz represalia por parte de ella. La joven protagonista, siendo
inteligente y buena escrutadora de la realidad, no caería en las redes de un
simulado enamorado, y además salió bien airosa de la situación.
<< ¿Cómo
pintar mi vergüenza, mi desespero, al ver tan preciosa criatura y al recordar
la ligereza, la indiscreción, la iniquidad de mi conducta? Iba a pedirle mil perdones,
a llorar mi error, a besar postrado el polvo de sus pies, pero la cruel dio el
brazo a su pareja, me desconcertó con una mirada severa y desapareció
diciéndome fríamente: beso a usted la
mano.>>

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