El
Don Juan Tenorio de Zorrilla es la personificación literaria
más popular que se haya hecho del legendario personaje “don Juan”,
que ya había sido inmortalizado con anterioridad por grandes
escritores como Tirso de Molina, Lord Byron o Molière. En la obra,
Zorrilla presenta, y con bastante éxito, preocupaciones,
sentimientos y deseos de los españoles del siglo XIX. Para ello,
utiliza todo tipo de recursos para intensificar la acción y dotarla
de mayor teatralidad.
Como
algo usual de la época, los románticos españoles preferían
expresar su visión del mundo aludiendo a unos temas que,
básicamente, coinciden en el fondo y con el enfoque tradicional del
romanticismo europeo. Como en todas las épocas, siempre están
presentes los sentimientos del hombre ante unos valores básicos y
muy repetidos: el amor, la religión, la vida, la muerte...
El
amor es la clave para los románticos. No se trata de un amor sereno
y sosegado, sino más bien un amor desatado, furioso incluso ciego.
En relación con esta visión del amor surgen una estimativa
diferente y un papel nuevo de la mujer. Era usual ver la figura de la
mujer como un ángel de amor, una persona inocente, muy bella, fuente
de ilusiones para el corazón del hombre. El sufrimiento que padece
doña Inés queda patente a la hora de su muerte. Una muerte que se
produce de pena, al comprender que don Juan y ella nunca podrán
estar junto a pesar de amarse profundamente el uno al otro.
Nuevamente
el alma de don Juan aparece como una especie de Satanás, de un ser
con poderes satánicos. Esto quedará solucionado al final de la obra
cuando doña Inés intercede por su figura para salvarle de la
condena del infierno, que es lo que pretendía desde el primer
momento la aparición de el Comendador y logra que ambos suban al
cielo entre un apoteosis de ángeles y cantos celestiales.
Opuesto
al desenlace de la obra, hemos elegido unos versos donde aparece la
actitud frívola, díscola y chulesca del personaje protagonista. En
esta secuencia, don Juan ejerce un poder atractivo muy elevado para
las mujeres que son sus víctimas:
DON
LUIS:
¡Por
Dios que sois hombre extraño!
¿Cuántos
días empleáis
en
cada mujer que amáis?
DON
JUAN:
Partid
los días del año
entre
las que ahí encontráis.
Uno
para enamorarlas,
otro
para conseguirlas,
otro
para abandonarlas,
dos
para sustituirlas,
y
un hora para olvidarlas.
Tras
este parlamento, podemos ver cómo don Juan sale victorioso y
triunfante de su fin, pero no contaba con que quedaría atrapado por
su propia trampa. Tanta fue la insistencia por conquistar a doña
Inés, que puso en su tarea todo el empeño y el alma; incluso tuvo
que superarse a sí mismo. Sin embargo, el burlador del amor cayó en
los lazos del amor.
Finalmente,
algo muy característico también que debemos destacar de esta obra
es el escenario empleado: la naturaleza y la ciudad. Por una parte,
se juega con una naturaleza que se presenta, sobre todo, en sus
formas agrestes y salvajes. No es el jardín cuidado e idealizado,
sino el bosque sombrío y lleno de peligros, el cementerio, las
tumbas abandonadas o abiertas... siempre en un ambiente nocturno. Los
románticos tenían predilección y gustan de asociar estos elementos
naturales con los sentimientos. No hay que olvidar que la primera
parte de la obra se sitúa en la ciudad; mientras que la segunda,
gran parte, transcurre en el panteón de la familia.



