viernes, 13 de diciembre de 2013

CAUTIVERIO AMOROSO A TRAVÉS DE LOS ARTIFICIOS DEL LENGUAJE

          La obra Don Juan Tenorio (1844) de José Zorrilla constituye uno de los ejemplos más genialmente representativos del drama romántico. Don Juan, el protagonista del drama, manteniéndose fiel a la línea iniciada por El Burlador de Sevilla (obra atribuida a Tirso de Molina), se presenta como un personaje que rompe con todas las normas morales, sociales o religiosas preestablecidas para entregarse al juego y al disfrute amoroso. La conquista de Doña Inés resulta para don Juan una de sus tantas peripecias temerarias: "Y si acierto a robar tan gran tesoro, te he de hacer pesar en oro". Estas palabras de Don Juan dirigidas a Brígida manifiestan que la intención de don Juan era "robar" a Doña Inés, es decir, sacarla del convento. Para ello, recurre a Doña Brígida, que desempeña el tradicional papel de la alcahueta, para que ésta opere (a través de la carta entregada por don Juan) un proceso de seducción amoroso-verbal sobre doña Inés.
 
Inés, alma de mi alma.                               
perpetuo imán de mi vida,
perla sin concha escondida
entre las algas del mar;

garza que nunca del nido
tender osastes el vuelo
al diáfano azul del cielo
para aprender a cruzar;
si es que a través de esos muros
el muro apenas miras,
y por el mundo suspiras,
de libertad con afán,
acuérdate que al pie mismo
de esos muros que te guardan,

para salvarte te aguardan
los brazos de tu don Juan


                Brígida le va leyendo a doña Inés la carta de don Juan y, a medida que va avanzando en la lectura, doña Inés va entrando en "trance amoroso"; las palabras de don Juan encienden en ella la llama del amor. Además, don Juan ejerce sobre doña Inés una especie de chantaje emocional en tanto que le da a conocer que está dispuesto a morir si ella no le acepta. Estamos ante una concepción del amor muy romántica, el amor que solo puede realizarse a través de la muerte, dada la imposibilidad de ese amor por la fuerza del destino, un destino que apunta a la fatalidad ("(...)los destinos de los dos, y en mi alma engendró este anhelo fatal").

En vano a apagarla
concurren tiempo y ausencia,
que doblando su violencia,
no hoguera ya, volcán es.
Y yo, que en medio del cráter
desamparado batallo, suspendido en él me hallo
entre mi tumba y mi Inés

Ante estas palabras, doña Inés se siente desfallecer:

(Doña Brígida)-¿Lo véis, Inés? Si ese horario
                          le despreciáis, al instante
                          le preparan el sudario.
 (Doña Inés)     -Yo desfallezco

                     Por tanto, las palabras de don Juan en esa carta provocan en Doña Inés un efecto extático, que la lleva a extremecerse. El proceso de seducción y encanto amoroso que inquieta el estado de doña Inés corre a cargo del lenguaje, envuelto en adulaciones y requiebros. Constituye, en cierta manera, un proceso de enamoramiento que remitiría a la tradición provenzal del amor cortés en la que los enamorados, al no poderse encontrar por determinados obstáculos (sociales, religiosos, políticos, morales) recurren a métodos como el de la carta, el lazo o el cordón (como el cordón que le da Melibea a Celestina para que se lo entregue a Calisto en señal de aceptación y recepción amorosa). La carta ha constituido a lo largo de los siglos un mecanismo de comunicación íntima y confidencial entre los enamorados y, en Don Juan Tenorio, se recoge esta práctica de acendrada tradición socio-literaria.
 
              El lenguaje se convierte, una vez más en la literatura, en el protagonista que capitanea el proceso de conquista amorosa; la reacción de doña Inés ante la lectura de la carta de don Juan pone de manifiesto el maravilloso poder de la palabra sobre la sensibilidad humana, su capacidad de despertar en nosotros ilusiones y deseos, alegrías y tristezas, desazón e inquietud, sentimientos entrecruzados, tal como experimenta doña Inés: ella desea a Don Juan, pero al mismo tiempo está obligada a permanecer en el convento. Su corazón está dividido entre el deseo y la obligación, un conflicto entre las pasiones y las imposiciones sociales, el más puro y auténtico conflicto del sentir humano.

 







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