martes, 10 de diciembre de 2013

Las dos caras de la moneda

En España el teatro romántico tuvo su modelo en el teatro francés, y los dramaturgos románticos españoles fabricaron un producto a imitación de los franceses.

Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas, o el Don Juan Tenorio, de Zorrilla son dos exponentes de este teatro. El Tenorio es una obra popular, muy conocida y emblemática dentro de la historia del teatro español.

La leyenda de Don Juan surgió en Europa durante la edad media. En el primer tratamiento literario formal de la historia, El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630) de Tirso de Molina, el promiscuo don Juan seduce a la hija de don Gonzalo, jefe militar de Sevilla. Después de matar al militar, acude a su sepulcro e invita cínicamente a la estatua funeraria de su víctima a una cena. La estatua recobra vida, asiste al banquete y le devuelve la invitación. De nuevo ante el sepulcro, la estatua atrapa a don Juan y le arroja al infierno. Hacia 1657, unos actores ambulantes italianos escenificaron la leyenda en Francia en forma de pantomima que, más tarde, sería dramatizada por varios dramaturgos franceses como Molière, que escribió Don Juan o el convidado de piedra, estrenada en 1665. Durante el siglo XVIII Goldoni retomó el tema en su Juan Tenorio o el libertino castigado (1734) y el compositor austro-alemán Mozart compuso con este libreto una de las mejores óperas de todos los tiempos Don Giovanni (1787).

En el siguiente fragmento se nos ofrece una visión del personaje protagonista como un ser impetuoso, arrollador, rebelde, arrogante, burlador, asesino y ante todo, seductor. Tiene una personalidad fogosa y violenta:

Por donde quiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.

Este carácter va a sufrir una transformación gracias a un alma pura, la de doña Inés. Don Juan queda enamorado de doña Inés y de su pureza; y su amor se volverá sincero y su alma se salvará gracias a ella. Doña Inés es ingenua, sencilla y simboliza la fuerza del amor sincero. Es el ideal romántico de la mujer pura, dulce, inocente que consigue transformar al pecador y salvarle por amor.

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