jueves, 5 de diciembre de 2013

¿Quién gana?

Nos encontramos ante una obra con múltiples lecturas y opiniones en cuanto a su significado final. El poema es la máxima expresión de la muerte terrorífica, diabólica, desesperada, que se opone claramente al conformismo, a la aceptación cristiana. Esta obra elevó el nivel de la poesía lírico-narrativa; incluso llegó a considerarse como una de las mejores obras románticas de la época superando las leyendas del Duque de Rivas y de Zorrilla.

En la obra encontramos una ruptura con la norma tradicional. Observamos un amor imposible que produce locura, pero la visión de Elvira transgrede la norma tradicional, porque le da igual morir; su único fin es estar con Don Félix de Montemar. A pesar de todo, se sitúa en un terreno censurable moralmente. Ambos personajes son los protagonistas de una historia de amor imposible de acuerdo con la casuística romántica.


La actitud que se presenta bajo la figura de Don Félix de Montemar es un claro antecedente del Don Juan Tenorio. En este sentido, podemos percibir cierta chulería hacia Dios por parte del protagonista. También hace acto de presencia el titanismo mediante la presencia de Don Félix. Los propios titanes son quienes se rebelan contra los dioses; él se rebela contra Dios y contra el mundo:

Vuestros ruegos me han valido
encomendadme otra vez,
don Juan, al diablo; no sea
que si os oye Dios, me vea
cautivo y esclavo en Fez

Este desafío a Dios hace pensar en un cierto paralelismo en la figura de Don Félix con la postura del diablo. Todas las acciones que lleva a cabo están al servicio del diablo. Su frialdad junto con la visión apocalíptica que tiene el final de la obra, nos puede hacer pensar que Don Félix es castigado por todo el daño y todos los malos actos que ha realizado en vida. En cierto modo, está pagando y recibiendo el mismo trato que ha recibido Elvira a su muerte. Es la condenación del personaje masculino en el desenlace de la obra. Aún así, no se observa arrepentimiento ninguno, tanto en Don Félix como en Elvira.

En este sentido, si pensamos en un planteamiento maniqueísta de la obra entre lo que representaría las fuerzas del bien y del mal, podemos decir que el mal triunfa sobre el bien ya que la muerte de ésta representa el triunfo del mal.
Estamos, por lo tanto, ante una mezcla de diferentes tradiciones; algunas populares y otras cultas, con fuentes nacionales pero también extranjeras; copia a la vez al romancero y a Lord Byron. El autor quiere que esta mezcla se vea y consigue que esta copia resulte propia y original debido a su calidad.

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